Las máscaras no son solamente esos objetos que colocamos sobre nuestros rostros, sino que todo el tiempo estamos frente a máscaras de diferentes estilos: es todo aquello que modifica nuestra personalidad en el día a día (son las llamadas “mascaras cotidianas”). De ahí es que existen otros tipos de máscaras a las que denominamos con diversos nombres: los disfraces (que serían una especie de mascara del cuerpo), el maquillaje (el que se realiza sobre el rostro), los distintos roles que ocupamos (que ya sería parte de la vinculación social), y hasta los objetos que adornan nuestro cuerpo (collares, pulseras, etc.).
La máscara promueve la transformación, además de brindar un nuevo rostro, permite una nueva relación con el cuerpo, ya que permite adaptar nuevas actitudes corporales, movimientos, gestos y hasta sensaciones a la persona que posea la máscara.
La máscara permite la creación de un espacio de juego, tanto por el manejo de materiales en su etapa de armado y pintura (apuntando más sobre lo sensomotor) como al asignarle características o algún diálogo (en su vertiente más simbólica).
Historia de las Máscaras y Caretas
Desde el paleolítico el ser humano ha utilizado máscaras cuyos materiales han sido diversos y han variado a través del tiempo, pues se han ido confeccionando con madera, paja, corteza, hojas de maíz, tela, piel, cráneos, cartón piedra, papel maché, látex, plásticos y otros materiales.
Algunos hallazgos arqueológicos demostraron que eran muy usadas en Egipto para perpetuar con ellas los rostros de los muertos. Se hacían tratando de imitar de la forma más fielmente posible, el rostro del difunto, y se colocaba junto con el ataúd, pintándose de la misma manera que éste. Se elaboraban con un cartón realizado con lienzo o papiro, revestido con estuco, que -con el paso del tiempo- se endurecía y presentaba total consistencia. Según la clase social a la que perteneciera el muerto, podría llegar a revestirse con una lámina de oro. No se le horadaban los ojos ni la boca, y se los representaban con incrustaciones o pinturas.
Comenzó a evolucionar el uso de la máscara, en Roma, cuando la llevaban actores en los cortejos fúnebres, para que se reconociera y recordara el rostro del difunto.
USO EN LA TERAPIA
- Autoconocimiento y proyección
- Trabajar autoestima
- Desarrollo de la espontaneidad
- Trabajar con rasgos de personalidad
- Identificar sentimientos
- Identificar problemática
- Facilitar la comunicación
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